Existen cuatro factores íntimamente ligados a los terremotos fácilmente detectables por el sentido animal:
-Ionización del aire: simultáneamente a los movimientos tectónicos de las placas de la corteza terrestre, se producen enormes liberaciones de electricidad que alteran el número de iones en la columna de aire situada sobre las fallas activas. Las alteraciones psicológicas en los animales se deben a los cambios en el equilibrio bioeléctrico de superficie terrestre que preceden al terremoto.
-Ondas sonoras: la naturaleza, a pesar de que nuestro oído no sea capaz de percibirlo, vibra cada segundo en infinidad de ultra e infrasonidos con significados diferentes. Los animales, que a diferencia de las personas captan ondas sonoras mayores incluso 60000 cps, los emplean para protegerse y comunicarse. Por esta razón, pueden desorientarse fácilmente por chirridos repentinos de alta frecuencia procedente de la roca que se microfractura antes del temblor. Los infrasonidos son ondas sonoras muy graves que pueden originarse por temblores presísmicos o escapes repentinos de gas subterráneo, indetectables por sismógrafos convencionales.
-Olfato: diversos gases que circulan bajo la capa terrestre pueden emerger al exterior con los terremotos (fumarolas de los cráteres). Los animales poseen un órgano conocido como “sentido vomeronasal” que, si es bloqueado artificialmente, como en el caso de emanaciones extrañas, puede producir desorientaciones que desemboquen incluso en suicidios en masa por parte de determinadas especies animales.
-Magnetismo terrestre: la alteración en el número de gammas del campo magnético puede desorientar a palomas, gaviotas o abejas en su vuelo.
Vía: blog ciencias para el mundo contemporáneo
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